Loterías declaradas actividad esencial en Brasil
Brasil se ha convertido en el epicentro de la pandemia provocada por el coronavirus en el continente latinoamericano. En una de sus más controvertidas decisiones, el presidente Jair Bolsonaro incluía los servicios religiosos y las loterías entre las actividades esenciales, todo lo contrario a lo que ocurre en el resto de los países afectados.
Las decisiones del presidente Jair Bolsonaro no dejan indiferente a nadie. En marzo, cuando la pandemia aún estaba por demostrar su magnitud real en el país sudamericano, el jefe del estado la calificaba de “gripecita” y se manifestaba muy crítico con las medidas tomadas por otros países. En este contexto se emitía un decreto federal por el que se mantenían abiertas las casas de loterías y se permitían los servicios religiosos.
Bolsonaro, a quién se le veía toser ostensiblemente en alguna de sus apariciones públicas, se encuentra en el filo de la navaja. Su gestión de la crisis sanitaria y económica ha sido errática. Hoy, el número de muertes contabilizadas por la COVID-19 ha superado el de China, con más de cinco mil, y acercándose a los 75.000 contagios.
En primer lugar, se había considerado la suspensión de las actividades pues las salas de lotería contribuyen a la aglomeración de las personas, y algunos estados y entidades municipales habían actuado en consecuencia. Pero el Tribunal Regional Federal en Río de Janeiro acabó por darle la razón al presidente.
El abogado André Mendoça, miembro de la Abogacía General de la Unión, que actuó en representación del gobierno brasileño, declaraba que “las loterías son esenciales para las necesidades básicas de la población”. Así pues, de lo que se trata aquí es de preservar el interés público.
Una de las principales preocupaciones del ejecutivo es que se produzca un parón total en la actividad económica, una situación muy problemática para un país que vive en constante crisis. En este sentido, el diputado federal Cássio Andrade presentaba en abril un proyecto de ley para destinar el 10% del pago de los premios de las loterías federales al Fondo Nacional de Salud en su lucha contra el coronavirus.
A mediados de este mes, Bolsonaro cesaba al Ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta, por desavenencias en el tratamiento de la pandemia y acerca de las medidas necesarias de distanciamiento social. Hace apenas unas semanas, el Ministro de Justicia renunciaba a su puesto. La posición del presidente es cada día que pasa más frágil y de aislamiento, mientras tanto la estabilidad política del país se encuentra comprometida.
Reabren los hipódromos
En un intento por retornar a la normalidad, algunos de los más importantes hipódromos en Brasil han anunciado que reanudarán sus actividades, aunque siguiendo con los protocolos de seguridad y las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Este es el caso del Jockey Club de Rio Grande do Sul en Porto Alegre, aunque abrirá sin público, asumiendo los costes operativos y sin apenas ingresos. Al mantenerse las casas de apuestas cerradas, esta actividad sigue bajo mínimos, lo que sin duda supone un gran revés para la industria.
El Jockey Club Brasileiro del hipódromo de Gávea en Río de Janeiro también ha anunciado que reabrirá a partir del 3 de mayo. Debido a la paralización de las apuestas deportivas, se estima que los premios se reducirán en un 40%.
Brasil: un mercado en expansión
El gigante sudamericano carece de un mercado regulado y los pasos dados por las autoridades hasta el momento están llenos de altibajos. No es la primera vez que el presidente Bolsonaro se pronuncia en contra del juego por poner en riesgo los valores familiares.
La opinión conservadora del jefe del ejecutivo proviene del sector evangélico, cada vez más importante en el país, y del que depende el presidente para su estabilidad política. No obstante, y debido a que las cifras de juego online en Brasil son cada vez más altas, el avance legislativo parece imparable.
El presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia ya se había pronunciado en favor de la legalización de los casinos, sobre todo aquellos vinculados a resorts turísticos de importancia económica estratégica. En este sentido se han planteado vías de colaboración con el vecino Uruguay.
La legalización de los casinos brasileños podría suponer un problema económico bastante grave para el pequeño vecino del sur, habida cuenta de que la mitad de los jugadores de los casinos uruguayos provienen de Brasil. La nueva administración trata de establecer un canal de diálogo con el gobierno brasileño y poder así paliar la pérdida de jugadores que se avecina.
El sector tiene una importancia económica crucial, y la crisis del coronavirus está poniendo las cosas aún más difíciles. Con el cierre de los casinos en toda Latinoamérica se pone freno a un sector en expansión. Los grandes consorcios internacionales llevan tiempo creando planes de expansión para el Brasil, con un mercado potencial que se estima de 2 mil millones de dólares, lo que lo situaría como el segundo en importancia mundial.
Pero la falta de un marco legal hace que todo esto no sean más que especulaciones. En marzo el diputado federal Alberto Neto presentaba un proyecto de ley para permitir el establecimiento de hoteles-casinos legales en la región del Amazonas. El diputado Neto declaraba a este respecto que debido
“al riesgo de que la Zona Franca de Manaus esté cerca de su fin, necesitamos medidas compensatorias para nuestro estado.”
No parece que el proyecto de ley puede seguir adelante, a pesar del apoyo del presidente de la cámara a la legalización y legislación de los establecimientos de juego. En un país, cuya extensión lo sitúa como el quinto mayor del planeta, no parece muy consecuente incentivar el juego y las apuestas en una de las regiones vitales para la biodiversidad del planeta.